El firmware, el timbre y la inteligencia artificial tienen una historia plagada de curiosidades que debes conocer…
Antes de comenzar a hablar de los datos curiosos, cabe señalar que cuando hablamos del mundo que nos rodea nos estamos refiriendo específicamente al mundo de la tecnología, esa amiga que utilizamos a diario pero de la que en muchas ocasiones desconocemos tanto su modus operandi como los nombres más técnicos.
¿Sabías por ejemplo qué es el firmware? Más o menos todos tenemos claro qué es el software y qué es el hardware, mientras el primero se refiere a los programas o apps que añadimos a nuestros dispositivos, el segundo está relacionado con los componentes físicos de estos que soportan a los primeros. Mientas un móvil por ejemplo es un elemento de hardware, las aplicaciones que se instalan en él forman parte del software.
Pues bien, el firmware se trata de un programa que contiene instrucciones para permitir que el hardware (dispositivo físico) interactúe correctamente con el software (programas) que lleva instalado respondiendo a las peticiones concretas que hagan los usuarios. Se encuentra integrado en memorias flash, EEPROM o ROM y podríamos definirlo de forma sencilla como un software, ya que está construido con lenguaje de programación, pero integrado en el hardware. Es un puente, que establece la conexión y el reconocimiento mutuo entre ambas partes.
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El timbre; un invento útil que provocó un curioso trastorno en sus orígenes
Continuando con esta exposición de tecnología comúnmente utilizada pero desconocidos sus orígenes, el timbre, a priori y con los avances de los que hoy disponemos, nos puede parecer un elemento más o menos sencillo, pero en este caso la curiosidad que nos ha llevado a introducirlo en esta selección viene determinada por los efectos que tuvo cuando hizo su aparición en el mercado y comenzó a comercializarse.
Las personas, antes de este revolucionario invento, cuando iban de visita a alguna casa, hacían notar su llegada con algún tipo de señal auditiva, golpear la puerta con el puño era la forma más sencilla y rápida de hacerlo, e incluso había casas, las pertenecientes a sectores pudientes, que contaban con personal específico para atender la llegada de visitantes y recibirlos en la puerta.
Sin embargo, en 1831, todo cambiaría cuando Joseph Henry diseñó el primer timbre eléctrico, modelo que se fue ajustando y modificando para mejorar su funcionamiento, pues el primer prototipo emitía un molesto sonido. En 1920, el modelo ya se había mejorado bastante y los molestos sonidos eran más suaves y ya entrada la década de 1930, los timbres alcanzaron una gran popularidad y se solían regalar en navidad u otras fechas importantes.
Y es ahora cuando llega el dato curioso. Durante la masificación del timbre en los hogares empezaron a llegar a las consultas médicas personas que se quejaban de crisis nerviosas. Tras diversos estudios de pacientes que acudían al médico con este malestar, se comprobó que el denominador común de todas ellas era la reciente instalación de un timbre en sus hogares, así que estas crisis empezaron a reconocerse como un trastorno asociado al uso del timbre y que se denominó door-bell-nerves.
En la actualidad, evidentemente, ya este trastorno no existe y la contaminación acústica a la que estamos expuestos constantemente es mucho mayor que la que eso timbres emitían. Los antiguos timbres que provocaron estas crisis nerviosas se han convertido en el moderno y práctico timbre inalambrico que hoy se puede comprar haciendo una comparativa en este enlace que sugerimos, para elegir aquel cuyo sonido más nos agrade, entre otras características.
Así fueron los comienzos de este invento que hoy nos parece de lo más práctico e inofensivo, pero que tuvo que pasar arduas pruebas para llegar al público y, no solo eso, sino que fue el gran público el que también tuvo que pasar un periplo de aprendizaje para convivir con él sin que les causara ansiedad o esas cris que hemos comentado.
Esto nos permite hacernos una idea, una vez más, de cómo cada pequeño cambio que realizamos en nuestra vida tiene un gran efecto sobre nuestra naturaleza, nuestra salud y nuestro bienestar. ¿Qué ocurría si realmente existiese una máquina del tiempo y alguien de principios del siglo XX, ni siquiera hace falta remontarse más atrás, cayese en nuestro momento histórico actual?
Viendo lo que ocurrió con tan solo introducir un timbre en sus vidas podemos asegurar que no sería difícil que perdiese la cordura antes de llegar a adaptarse a nuestra era tecnológica.
La inteligencia artificial; máximo exponente del desarrollo tecnológico
Y de un invento sumamente sencillo en la actualidad, pero que causó una gran conmoción en su época y algún que otro quebradero de cabeza con el trastorno que llego a provocar, damos un buen salto para llegar hasta la última tecnología que podemos encontrar en la actualidad; la Inteligencia Artificial que da lugar a la Tecnología Inteligente y de la que puedes conocer todo los detalles en este blog: AI inteligencia artificial. Seguro que su visita te resultará altamente interesante.
La inteligencia artificial es el medio por el que las computadoras, los robots y otros dispositivos realizan tareas que habitualmente requieren de la inteligencia humana. Como ejemplo podríamos citar la capacidad de diferenciar distintos tipos de objetos o la capacidad para responder a órdenes verbales.
El objetivo de la inteligencia artificial es desarrollar un conjunto de técnicas que, apoyadas en circuitos electrónicos y programas avanzados, pretenden imitar procedimientos similares a los realizados habitualmente por el cerebro humano. Este desarrollo se basa en la investigación de las redes neuronales humanas e intenta copiar electrónicamente el trabajo que realiza nuestro cerebro.
Los avances en las áreas de inteligencia artificial relativa a las redes neuronales van prosperando a pasos agigantados. Podemos poner como ejemplo de este prodigioso desarrollo a la computadora Deep Blue, capaz de vencer a cualquier jugador de ajedrez. Este ordenador no solo tiene programadas una gran cantidad de jugadas, sino que es capaz de ir aprendiendo de su adversario. Con este recurso consigue adelantarse a las decisiones de su contrincante e ir minando las estrategias que plantean antes de que prosperen.