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¿Conseguiste restos de un insecto muerto? ¡Quizá sigue vivo!

¿Sabías que hay increíbles animales que dejan su esqueleto abandonado para poder crecer? Algunos llevan más de 500 años con nosotros.

Seguramente más de una vez, de niño, o en algún paseo campestre, has encontrado algún insecto muerto. Restos perfectamente conservados de una chicharra o de un alacrán, como si los hubieran vaciado por completo por alguna abertura. La mayoría de las veces se tiende a creer que el animalito murió y esos fueron los restos que quedaron de él, pero no siempre es así.

¿Cómo es esto posible? No, no son inmortales, pero hay un secreto en la vida de estas criaturas que les permite adaptarse a su entorno y con notable éxito. Están en el planeta desde hace más de 540 millones de años y algo han aprendido en ese tiempo. Cucarachas, mosquitos, arañas, ciempiés, camarones, cangrejos y alacranes forman parte de este inmenso grupo: el de los artrópodos.

El más grande de los grupos de animales

Los artrópodos suelen ser protagonistas de los mayores terrores de los humanos. En algunos casos son temores infundados e irracionales, pero en otros, se trata de temores bien justificados. La palabra artrópodo significa “patas articuladas” y efectivamente sus miembros se distinguen por ese rasgo.

Además de eso, los distingue otra cosa: llevan su esqueleto por fuera y no por dentro, como el resto de los animales. Esto es una gran ventaja porque están acorazados, pero también puede ser un problema a la hora de crecer.

Cambiar de casa o morir atrapado

A diferencia de las tortugas y caracoles, cuyas armaduras crecen con ellos, muchos artrópodos se ven obligados a deshacerse de su exoesqueleto y permanecer “desnudos” durante el lapso necesario para que su nueva protección esté lista para defenderlos del mundo.

El caso más común es el de la chicharra, que tras pasar años bajo tierra en forma larvaria, sube al tronco de un árbol y allí se desembaraza de su antigua coraza, marrón y sin alas, para surgir de ella con vivos colores.

Pero no son las únicas. Los escorpiones o alacranes también pasan por ese proceso, dejando abandonadas su perfectas esculturas vacía aparentando ser el propio insecto muerto.

Las libélulas también mudan de exoesqueleto, y por supuesto, los cangrejos. Para estos últimos el proceso es muy arriesgado porque en el mar, sin su coraza, son sumamente vulnerables y al encontrarse en un medio acuoso, el proceso de endurecimiento de su capa protectora es más lento.

No son los únicos que mudan de piel

Así que ya lo saben, la próxima vez que encuentren un molde perfecto de una araña, un escorpión o un cangrejo, es probable que ese insecto muerto siga vivo y ahora sea un poco más grande que el caparazón que encontraron. Por cierto, en otro grupo de animales también hay mudas de piel para poder crecer: entre los reptiles. Por eso a veces la gente encuentra cascarones de serpientes o de lagartos por allí.

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