La ambición del ser humano por extraer y cultivar perlas para fines industriales y de comercialización, ha ido aumentando con el paso de los años, afectando negativamente el proceso natural de formación de las perlas y perjudicando el ecosistema particular de las zonas geográficas de dónde vienen las perlas. Esta realidad es desconocida por muchos, por lo que resulta interesante recibir información para ampliar la visión sobre estas gemas.
¿Qué son las perlas? Definición y tipos
Desde los tiempos antiguos las perlas han sido consideradas gemas preciosas, asociadas al poder y al prestigio en la sociedad. Eran sinónimo de estatus social y riqueza para quienes las tenían, y en la antigua Roma, por ejemplo, eran el lujo más exquisito que se podía comprar con dinero.
En la actualidad siguen siendo gemas muy apreciadas, y se pueden definir como un objeto brillante y duro que se genera dentro del interior de un molusco, principalmente moluscos bivalvos con concha. Son consecuencia de la defensa natural del molusco antes elementos extraños, porque se comienzan a formar cuando una sustancia extraña ingresa al tejido blando de este, especialmente gusanos perforadores, pero puede ser una astilla, un grano de arena, o cualquier objeto en sí.
¿Cuáles de las conchas tienen gemas?, principalmente los moluscos tipo ostras y mejillones, aunque también se pueden encontrar perlas de almejas y gemas de ostión. Pueden ser esféricas, casi perfectamente redondas o de forma ovalada como una gota. También existen las perlas de forma abstracta o irregular, muy solicitadas para el comercio por su belleza particular.
La clasificación depende de varios factores como color, tamaño y la ubicación geográfica de dónde se obtienen las perlas. De acuerdo a estas características existen:
- Perlas de mar.
- Perlas de río.
- Perlas negras.
- Perlas blancas.
- Perlas barrocas.
- Perlas redondas.
Hay una clasificación basada en el origen geográfico del cultivo, y de acuerdo a esta taxonomía se pueden dividir en:
- Perlas australianas: se cultivan en Australia, Indonesia y Filipinas, y en la actualidad son las más caras.
- Perlas Tahití: son las que proceden de los cultivos de la Polinesia francesa, y tienen la particularidad que solo tardan 3 años en formarse. En estas aguas saladas, tristemente, las almejas producen piedras brillantes que invita a los joyeros a cazarlas.
- Perlas de agua dulce: conocidas como perlas Freshwater, se cultivan en Japón, China y en algunas zonas de Estados Unidos. Son del tipo más común y dada la sobreexplotación y masacre de cientos de estos moluscos, suelen ser más accesibles en el mercado.
- Perlas mabe: solo se cultivan en Japón, y tienen una forma plana en su estructura que es usada para hacer pendientes de sangre. Estas perlas no crecen dentro de la ostra, sino que se adhieren en la concha y se forman en apenas 2 años.
¿De dónde vienen las perlas y cómo se forman?
Las perlas naturales se forman dentro de los moluscos y todo inicia con un simple parásito, un grano de arena o un pedazo de concha que ingrese al interior del molusco y genera una respuesta de autodefensa, en la que libera una sustancia llamada nácar. Cómo la ostra no puede expulsar ese cuerpo extraño, reacciona recubriéndolo de capas de nácar que forman quistes, que en algunos casos y con el paso del tiempo se convertirán en perlas.
Este proceso de cómo se crea el nácar y como la ostra lo utiliza para generar así una piedra preciosa, es fascinante y triste al mismo tiempo. Los moluscos segregan el nácar buscando preservar sus caparazones de la acción de ese cuerpo, con una combinación de carbonato de calcio, materia orgánica y agua. Sin embargo, es esta misma belleza con la que se protegen lo que provoca que los humanos las busquen.
El proceso natural de como se forman las perlas es complejo y lleva su tiempo. La industria de la joyería, al necesitar de una gran cantidad de perlas que no pueden ser desarrolladas de forma natural, ha generado la práctica de perlas cultivadas, para cubrir la demanda de este elemento y sobreexplotar a las ostras fabricantes de perlas.
¿De dónde vienen las perlas cultivadas?
El cultivo de perlas generalmente se da en aguas templadas del Caribe, Australia, Japón o el Golfo pérsico, por ejemplo, y consta de cuatro fases principales:
- Cría de ostras: se crían larvas de ostras que son alimentadas y mantenidas en jaulas en medio del mar. Para que estas larvas sobrevivan deben estar bajo condiciones adecuadas de clima y buena alimentación, y así asegurar que lleguen a los 2 años de vida, para pasar a la otra fase.
- Nucleación: es el proceso que sustituye la formación natural de las perlas. En este caso, un individuo crea una herida e introduce dentro de una concha viva un nácar extraído de otra ostra junto con un cuerpo esférico extraño. El manto de nácar rodea el cuerpo esférico hasta que se genera la perla.
- Tiempo de espera: una vez que han pasado por el proceso de nucleación, las ostras con nácar son enjauladas nuevamente y llevadas al mar en unos paneles de malla especiales que permiten el flujo del agua y alimentos, hasta que se desarrollen las piedras preciosas. El proceso de cómo se forman en las otras las perlas, puede variar dependiendo de las condiciones ambientales.
- Recolección: los moluscos forman capas de nácar que hacen quistes, de dónde salen las perlas después de un tiempo. En este momento, las almejas son abiertas con herramientas especiales y las perlas se extraen del interior de sus entrañas, casi siempre muriendo en el proceso. Algunas fábricas abren las almejas y luego las pasan por plantas “licuadoras” para extraer las perlas. De esta forma es como se hacen las perlas, con la intervención del hombre.
El modo como se forman en las otras las perlas es meticuloso, requiere de un largo tiempo e intervienen diversos factores, que interactúan entre sí.
Formación de las perlas: ¿en cuánto tiempo se producen?
Si se habla de perlas naturales, su proceso es bastante lento y pueden llegar a pasar hasta 10 años para la formación de estos elementos, en los casos donde las ostras sí dan perlas. Cuando el proceso se realiza de forma artificial, cómo se explicó anteriormente, el tiempo varía y las conchas que producen perlas pueden tardar hasta 5 años en total.
Desde el momento que las ostras se devuelven al mar, tras la nucleación, pueden pasar hasta 3 años y 6 meses, para que la perla se forme en el interior y se pueda iniciar la cosecha. Por si la condena de estas ostras no fuera suficiente, se sabe que más de la mitad de ellas mueren en el camino antes de la cosecha de perlas, de hecho, solo un 5% del total son capaces de producir perlas “adecuadas”, según la industria de la joyería.
Este tiempo varía de acuerdo a la tasa de crecimiento del nácar. Si se habla de un estándar, se puede afirmar que la mayoría de las perlas tardan en desarrollarse completamente entre 2 y 4 años.
¿Todas las ostras producen perlas?
No todas las ostras tienen en su interior una perla, esta creencia que al abrir una se encontrará una hermosa gema es realmente un mito. El proceso de la piedra preciosa de mar, no siempre termina en la producción natural de una perla. Se cree que más del 90% de las perlas que se comercializan han sido cultivadas de forma artificial, porque encontrar una perla natural no es nada fácil.
Las perlas son consideradas piedras preciosas especiales, al ser las únicas gemas que provienen de una criatura viva. De una forma retorcida, esto ha hecho que el mercado le dé un valor adicional gracias a su “rareza”. Un poco absurdo, si se piensa bien, ya que la sobreexplotación de este material ha hecho que el mercado esté ampliamente abastecido de ellas a costa de la masacre de infinidad de moluscos.
Los moluscos bivalvos, es decir, los que tienen dos conchas, son los únicos capaces de producir perlas. Las ostras y almejas producen perlas en el agua salada, mientras que los mejillones las producen en ríos y fuentes de agua dulce.
¿Cómo identificar las perlas reales?
Para una persona que jamás haya visto o haya tenido en sus manos una piedra preciosa de estas, es difícil identificar una perla real de una imitación, porque no sabe realmente cómo son. Por el contrario, para un conocedor de gemas, puede resultar relativamente sencillo el identificar la original tras revisar ciertos aspectos puntuales.
Hay algunas técnicas que se pueden aplicar, y la más fácil es medir la temperatura de las piedras de ostras, debido a que deben estar frías antes de entrar en contacto con cualquier objeto. La referencia no es temperatura ambiente, sino completamente frías al primer contacto.
Otra forma de identificar perlas reales es comprobar su textura, que debe ser arenosa y áspera. Normalmente, las perlas falsas tienen una textura al tacto mucho más suave. Hay expertos que recomiendan pasar los dientes por la superficie para reconocer la textura y saber si son auténticas. Otros indican que se deben rascar con las uñas y si sale polvo son perlas naturales o cultivadas, pero si se desconcha es fabricada.
Las perlas falsas mayormente tienen una forma simétrica y redonda. Las perlas naturales justamente por su proceso de formación no tienen estas características, los conocedores de perlas saben identificarlas a simple vista, solo por su forma. El último factor que se toma en cuenta es el peso, las perlas falsas son mucho más livianas que las reales; sin embargo, resulta difícil a veces determinarlo si son piedras muy pequeñas.
Diferencias en la formación de perlas cultivadas y perlas naturales
La realidad es que no existen diferencias sustanciales entre las perlas que se desarrollan de forma natural y aquellas que han sido cultivadas. Lo único que se cataloga como diferencia, es que un proceso interviene la mano del hombre, y en el otro no. La calidad de ambas perlas es igual, los componentes físicos también. En dónde se encuentran las perlas, no influye en la diferenciación de unas y otras, porque ambas se forman en el agua. No hay diferencias tampoco en el color, el brillo o la forma.
El tiempo de formación puede variar entre unas y otras, porque en la cosecha artificial de perlas se acorta un poco y se acelera. Las perlas naturales tienen en el mercado un valor bastante amplio, a comparación de las cultivadas. De hecho, se estima que solo el 2% de las perlas que se comercializan en el mundo son perlas naturales, siendo el resto del mercado cubierto con perlas artificiales.
Extracción de perlas, proceso y consecuencias de esta práctica
Durante el proceso de extracción de las perlas, las ostras se abren con un bisturí (u otras herramientas rudimentarias), cortando el tejido blando que recubre a la perla, lo cual genera daño físico y estrés al molusco. La gran mayoría muere en esta parte del proceso, y se ha comprobado que ciertamente las ostras sufren al sacar la perla.
Las otras que sobreviven a la extracción, son nuevamente ingresadas al ciclo del cultivo y vuelve a pasar por la nucleación, la cual es un proceso invasivo y doloroso para el molusco. Durante el tiempo en que la ostra va generando las capas de nácar, para responder como un mecanismo de defensa ante el objeto que se le ha introducido, se mantiene en un estado de estrés constante muy dañino. El ciclo de dolor y muerte no se detiene nunca, mientras esta industria prospera a base de vender quistes de nácar.
La industria de la joyería, ocasiona cada día la muerte de millones de ostras en el mundo entero y muchas personas desconocen cómo se obtienen las perlas que están luciendo en joyas y accesorios.
Pese a lo atroz de esta práctica, el mundo parece estar de acuerdo con la masacre de estos moluscos, incluso el público en general se lanza en la búsqueda de conchas para destajar con el deseo de encontrar perlas, sacrificando a un ser vivo en el proceso, ¿curiosa la insensibilidad humana, no?
Saber de dónde vienen las perlas que se exhiben en la industria de la joyería, y conocer a profundidad el magnífico proceso natural de formación de las perlas, puede incidir en que se tomen decisiones más conscientes, relacionadas con la sobreexplotación de los seres vivos que las producen, y el significado real de la intervención del hombre en los hábitats naturales.