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¿Por qué no se electrocutan los pasajeros de un avión cuando lo alcanza un rayo?

Es muy lógico hacerse esa pregunta, sobre todo si se ha sido testigo del poder destructivo de los rayos o se ha estado en medio de una tormenta eléctrica.

Además, la cinematografía ha contribuido mucho a plantar en las mentes del público los angustiosos momentos que se viven dentro de un avión durante una tormenta, dado que genera turbulencias y, si hay actividad eléctrica, es muy probable que algún rayo alcance el fuselaje del avión.

Pero en realidad, si no se hubiera resuelto ese dilema hace muchos años, la aviación comercial estaría condenada al fracaso. Las medidas de seguridad que toma la industria aeronáutica están entre las más estrictas en cualquier medio de transporte dado que se renuevan y revisan constantemente a partir de los incidentes que se presentan en cada vuelo alrededor del planeta.

El principio de la jaula de Faraday

En 1836, el investigador Michael Faraday descubrió que cuando un objeto está encerrado dentro de una cubierta metálica, el campo electromagnético dentro de esa cubierta es nulo. Esto quiere decir que ni la electricidad ni las ondas magnéticas (incluyendo las de radio, televisión o móviles) pueden atravesar esa cubierta.

Este principio se demuestra fácilmente cuando se pierde la señal del móvil al entrar a un ascensor. Dado que el ascensor es metálico, interrumpe el flujo de las ondas y se corta la llamada. Con la electricidad ocurre lo mismo siempre que no se toque la cubierta metálica.

El fuselaje de los aviones no toca ningún elemento que entre en contacto con la actividad humana, de modo que cuando un rayo alcanza al avión, su carga eléctrica sigue su camino sin afectar a la gente.

Otros lugares donde el rayo no llega

Cuando se presenta una tormenta eléctrica puede ser útil contar con una jaula de Faraday pero casi nadie tiene una en su casa, y mucho menos en un avión. Pero sí puede ser útil entrar en un coche, porque éste, al igual que el avión, funciona como un estupendo aislante. Eso sí, no se debe tocar la carrocería mientras se está dentro del vehículo.

Los efectos de la jaula de Faraday fueron observados por primera vez en 1755 por Benjamin Franklin, pero él no pudo explicarlo. Pero fue Michael Faraday quien demostró su funcionamiento un siglo más tarde.

¡Esta es una buena información que se puede compartir en las redes sociales! ¡Adelante!

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