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Robótica contra la soledad

Durante casi cien años imaginamos que los robots eran una amenaza o acompañantes menos problemáticos que humanos y mascotas. Esta última fantasía es una realidad.

Hace poco vimos en el episodio “The Marge-ian” de Los Simpson un avance futurista: una Lisa adulta se quejaba amargamente mientras a su lado su “Nodbot” (Robot asentidor) le daba la razón. La imagen corresponde a una fantasía existente en la imaginación humana desde la creación de los robots y la potenciación de su simbolismo gracias a la ciencia ficción del siglo pasado.

Viejos conocidos

Los robots no son tan nuevos como podría parecer. Se dice que ya en la Grecia antigua, Herón de Alejandría fabricaba máquinas que parecían tener voluntad. Durante la Edad Media, y en especial durante el Renacimiento, fueron famosos los autómatas, principalmente musicales, que no solo adornaron relojes y plazas, sino que se llegaron a convertirse en divertimento de las cortes más pudientes, como el león mecánico que se dice que Leonardo Da Vinci construyó en 1515 para amenizar y facilitar la paz entre Francia y el Papado. Sin embargo, no es hasta nuestros días que los robots entran realmente a formar parte de la cotidianidad, debido al desarrollo electrónico y mecánico que ha permitido el abaratamiento de la tecnología robótica aplicada.

Tener un robot en casa hoy por hoy va un poco más allá de los pragmáticos robots de limpieza, limitados a mantenerte el suelo como una patena sin que tengas que maltratar la espalda. Los dispositivos robóticos domésticos comienzan, como sus primos los smartphones, a ocuparse de un problema mucho más apremiante y complejo que un parquet sucio: la soledad.

Este uso del robot se inicia con los conocidos dispositivos mascota que, al contrario que sus pares del reino animal, no te obligan a salir de paseo cuando el frío acucia, ni a llevar en el bolsillo una bolsa plástica para desechos. En 1998 Sony lanzó el proyecto Aibo (“compañero” en Japonés) para la producción de robots-mascotas, cuyos gadgets salieron a la luz en 2002. Inicialmente inspirados con exclusividad por la apariencia y conducta canina, los Aibo respondieron a los requerimientos del público nipón y se llegaron a construir incluso cachorros de león robóticos. Sin embargo, para el gigante tecnológico, al parecer, el esfuerzo no valió la pena y el proyecto cesó definitivamente en 2006. Al contrario de lo que se podría concluir de esta experiencia, el mercado de los robots mascota se encuentre en continua expansión, incluyendo a los que se comercializan como juguetes a pesar de lo refinado de su conformación tecnológica. Ya no solo se trata de tiernos perritos, la gama ha llegado a contar con focas albinas e incluso dinosaurios, cuyas reacciones cambian según el estado de ánimo, la conducta y las necesidades psicológicas de su dueño.

No es difícil imaginar el cómo y el por qué los robots de limpieza cuentan con GPS, reconocimiento de superficies por luz infrarroja, láser, cámaras, sensores de sonido o memoria de recorrido, ya que está claro que se trata de tecnología específica para la mejora de las funciones de limpieza, pero ¿con qué dispositivos cuentan los robots de compañía para interactuar con los humanos?

La robótica emocional

Aibo, que podría considerarse la evolución inmediata de un Tamagochi, estaba equipado con sensores LED que indicaban al propietario cuando su mascota estaba de buen o mal humor, mediante una luz verde o roja. Pero el tiempo ha pasado y actualmente uno de los robots de compañía más sencillos, Cozmo de la empresa Anki, cuenta con reconocimiento facial similar al de las cámaras digitales para distinguir a los miembros de la familia y nombrarlos, mientras que entre sus conductas más originales está su capacidad de jugar con sus propios juguetes que localiza mediante LED, y reaccionar negativamente si pierde una partida contra sus dueños. Otro ejemplo de interacción es Jibo, el robot estático de Acer que, mediante sus sensores de fricción y calor, envía señales positivas si le acaricias la barriga o le das palmadas en la cabeza.

Buddy, de la empresa francesa Blue Frog Robotics, destaca no solo por reconocer a todos los miembros de la familia, despertar a los pequeños y acompañarlos a la hora de los deberes, sino que incluso cuida la casa cuando estás fuera mediante un sistema de cámaras integradas; su app te avisa al teléfono si surge alguna novedad. Su rasgo más destacado son sus gestos, que varían entre la sonrisa al recibirte en casa y la mirada triste cuando te marchas. En cuanto a compañía, Buddy puede leerte una receta y reproducir el playlist acorde a tu estado de ánimo mientras cocinas. Cada Buddy puede tener personalidad propia dependiendo de las apps que escojas instalar.

Estamos en buenas manos

El entusiasmo actual de los desarrolladores de robótica para la familia toma un rumbo apremiante en lo relativo al cuidado de enfermos y adultos mayores. Nuka, la foca bebé de Takanoi Shibata, es un robot especializado en la interacción con personas con discapacidad mental, ancianos y pacientes con ansiedad, siendo considerada un dispositivo médico. Con sensores de tacto y movimiento en su cuerpo y pelaje, Nuka se vuelve más cariñosa con quien más la acaricia, gracias al reconocimiento combinado con las cámaras de sus ojos, que también ayudan a modificar su conducta en la oscuridad.

Otros expertos también han trabajado en este campo creando robots como ElliQ de Intuition Robotics, que recuerda la hora de tomar los medicamentos, activa chats y videollamadas con familiares y, si no logra comunicarse, sugiere actividades recreativas a la persona mayor bajo su cuidado. Por su parte, Zembo, de Asus, no solo cumple con funciones de recordatorio, sino que ayuda a hacer la compra por internet y, gracias a su censor de movimiento y software, avisa a los familiares si la persona supervisada cae al suelo o pierde movilidad.

Al parecer, la soledad humana es un mal mucho mayor que los peligros que entraña la Inteligencia Artificial. Todos necesitamos que alguien asienta cuando nos desahogamos, nos sonría al llegar a casa o nos abrace en la penumbra. A pesar de las distopías de una Ciencia Ficción macabra en las que los robots ejercen su poder sobre los humanos, lo cierto es que los robots de compañía parecen hacerse un lugar en nuestras vidas para paliar el aislamiento, e incluso el abandono, de la propia especie.

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